Cuando un hombre recibe una Llamada de la Luz, todo lo personal para él pierde su importancia. Comprende, de inmediato, que todo lo que había sucedido en su vida antes de la Llamada al servicio, era solo preparación para su tiempo de cumplimiento. El cumplimiento de la antigua promesa de su espíritu, olvidada hace mucho tiempo, de servir a la Luz.

A lo largo de mi vida, he buscado la verdad.
Desde muy joven, busqué en diferentes lugares para encontrar las respuestas a las grandes preguntas de la existencia humana.

Comencé con una búsqueda académica en los departamentos de Filosofía y Talmud en la Universidad Hebrea. Luego continué estudiando Cábala y Judaísmo Jasídico directamente con un rabino ortodoxo. Además, investigué de forma independiente filosofía oriental, varias religiones, psicología, modalidades de comunicación, educación alternativa, literatura, poesía, música, nutrición, medicina holística y bienestar físico.

Busqué y procuré, pero terminé con las manos vacías.

No encontré la verdad. No encontré a Dios. No encontré el significado de la vida en un mundo que parecía cada vez más triste, frío y alienado.

En ese momento, aparentemente, tenía todo lo que cualquier mujer podía desear, pero mi espíritu sufría terriblemente.

El año 2000 fue un punto de inflexión en mi vida.

Durante una estancia en Sudamérica, un libro misterioso cayó en mis manos. Automáticamente me atrajo, ya que el plan de la Luz para mi espíritu simplemente tenía que conducirme a él. Este libro reveló el conocimiento completo y elevado sobre todo lo que existe entre el hombre y el Creador y me dejó sin preguntas candentes sin respuesta.

Durante siete años de exilio, descubrimiento y revelación en mi proverbial “desierto” en el sur de Chile, mi conciencia ascendió de un nivel de reconocimiento a la experiencia y, en última instancia, al nivel de convicción absoluta en la perfección de la Creación y el Amor Divino del Creador.

Entonces, también recordé el juramento que mi espíritu había hecho de dedicar mi vida al servicio de Dios.

Unir el conocimiento sublime que este libro contiene a través del establecimiento de una escuela es mi misión en la Creación.

En 2007, se fundó la primera escuela Alma Inspira en Buenos Aires. Posteriormente, los programas de la escuela también estuvieron disponibles en otros lugares de Sudamérica.

La pandemia de Covid marcó el comienzo de una nueva era y, en consecuencia, en 2021, regresé a mi lugar de nacimiento para establecer la escuela Alma Inspira en Israel.

En 2023, Alma School for Humanity se abrió al mundo y a todas las personas, sean quienes sean y estén donde estén.

Sin embargo, un puente tiene una sola función: permitir el paso seguro
de un lugar a otro.